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Pataletas en los niños.


Los niños no generan pataletas con intenciones de dañar o molestar a los adultos sino que son parte de su proceso de adaptación, pero debemos entender muy bien porque las hacen.

Todo niño, es un reflejo de su casa, de su hogar, de su familia, de sus padres y son la consecuencia de sus conductas, muestran lo que realmente les enseñan.

Y todas ellas deben estar en un equilibrio total para que logremos un desarrollo integral elevado, si falla alguna de ellas estamos en un desequilibrio de áreas lo que produce una falla en el aprendizaje. Con esto hay que decir que si hemos trabajado correctamente durante los primeros años de vida en su desarrollo, enseñanza, preparación, pero fallamos en la corrección de las conductas de los niños, nada de lo que hemos hecho funcionará, porque los niños son integrales y deben permanecer en equilibrio total, nada puede fallar, nada puede desajustarse en su engranaje. Un niño es un todo, es integral.

Las pataletas pueden presentarse por diferentes razones: deseos no satisfechos, formas de expresar rabia, irritabilidad, falta de disciplina, permisividad de los padres, sobreprotección, falta de límites, indiferencia de los adultos, entre otras y se manifiesta mayormente en niños de dos a cinco años de edad.

Los límites son fundamentales porque dan certidumbre a los niños y disminuyen la ansiedad, marcan los niveles de autoridad sin llegar a ser autoritarios, no significa castigo, ni menos golpes o maltratos

Si los padres ceden a las exigencias de sus hijos estarán reforzando las pataletas, pero si las detiene nunca volverán a aparecer. Siempre se debe responder de igual manera ante situaciones similares y todos los adultos de su entorno deberán reaccionar igual.

No es posible evitar la aparición de diferentes comportamientos y no debemos sentirnos culpables por eso. Son manifestaciones de emociones que el niño debe aprender a manejar y nuestro papel es ayudarlo en esa tarea, es en resumen, una parte de su educación, es el control que se debe tener sobre los hijos, con mucho amor, alegría y felicidad, pero con disciplina, orden y perseverancia.

Los hijos de padres excesivamente permisivos tienden a tener más pataletas, todos los extremos son dañinos, por eso una conducta intermedia es más útil porque se enseña un enfoque moderado en la disciplina. Es recomendable, considerar límites en cosas importantes y dejar autonomía en otras no significativas, en que el niño goce de su tiempo libre. Estamos en presencia de un correcto equilibrio.

Existen tres niveles de pataletas, las cuales van en aumento e intensidad dependiendo del grado de permisividad de los padres.

1. Primera etapa: el niño grita y se tira al suelo, suele lanzar objetos, golpes, patadas, y todo lo que se encuentra a su alcance sin medir a quien. Es el momento de detener este comportamiento, en un tono firme y dando el mensaje que no se permitirá este tipo de conducta, se debe sentar al niño en un lugar neutro y dejarlo el tiempo suficiente para que se calme, sin dejarlo parar del sitio, una vez calmado, es el momento de hablarle y explicarle que ese comportamiento no se permitirá. Y se debe repetir las veces que fuese necesario, pero jamás claudicar y darse por vencido ante esta situación. Aquí, es el momento de detener o cambiar un mal comportamiento.

2. Segunda Etapa: Si no se hicieron los correctivos necesario, en el momento adecuado, el niño comienza a pegarse contra las paredes, el suelo, las mesas u objetos que estén a su alcance, llegando a lastimarse, en algunos casos graves, con el único fin de llamar la atención. Llegar a este nivel, es algo delicado, ya que se considera inaceptable dejar que un niño se lastime por culpa de una mala educación.

3. Tercera etapa: Espasmo del Sollozo. Sigue aumentando el nivel de pataleta y son aquellas crisis o berrinches en que el niño se priva o deja de respirar sacando el aire de sus pulmones o deteniendo la respiración (apnea) mostrándose rígido y con un leve tono azuloso en labios y dedos (cianosis). Es un momento muy crítico, ya que el niño se desmaya y pasa por un periodo prolongado sin respirar.

Estudios demuestran que no es una enfermedad orgánica ni psíquica, ni del sistema nervioso, el Dr. Saúl Garzo Moral del Hospital Infantil de México explica: "si el espasmo del sollozo se repite durante el día se está manejando conductualmente de forma equivocada, el niño está utilizando el espasmo como forma de comunicación infantil"; si usted acude inmediatamente para evitar el llanto y reducir el número de espasmos el resultado será contrario.

Estas crisis no ponen en peligro la vida ni el desarrollo del niño, tampoco deja secuelas, pero llegar a este nivel es muy delicado y si no se puede controlar al niño o desbloquearlo podríamos entrar en una emergencia clínica. Dependiendo del manejo que le dé, conseguirá que el niño lo haga menos frecuente hasta que desaparezca.

En la mayoría de los casos desaparece antes de los 6 años, la mayoría de niños aprenden a manejar la situación a su favor logrando ser complacidos en sus caprichos u optan por "parar de respirar", por eso es tan importante sacarlo de esta situación a la brevedad y no permitir dicho comportamiento. Se recomienda sin embargo consultar con el pediatra.

La Dra. Ana Silva Figueroa Duarte en su estudio sobre el espasmo del sollozo propone como tratamiento "La extinción y reforzamiento social, considerando que la extinción es un procedimiento conductual útil para guiar la conducta y tiene un efecto duradero",

Si miramos detenidamente el problema estamos frente a un Problema de comportamiento, lo que nos lleva a hacernos una pregunta: ¿Estamos educando correctamente a nuestros hijos?

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